Clínica como Vinculación Política
Quisiera invitarlos a pensar la reunión del concepto de política con el de terapéutica. Esto no como parte de un proceso de formación hermético a la contingencia, sino que como una propuesta a reconocer nuestra práctica a partir del contexto en el que nos encontramos.
En este sentido la invitación no es ni a conmemorar ni (solo) a recordar eventos ocurridos el 11 de septiembre del 1973, y sus consecuencias. Sino que a pensarnos hoy, desde nuestro oficio.
Para esto busco ubicar ciertas líneas entre la clínica y la política, con el objetivo de abrir una conversación sobre nuestro quehacer.
Tomaré como ejemplo el lugar de la violencia en el psicoanálisis tomando prestadas algunas ideas del texto: “Violencia: La institución del maltrato” de Horacio Foladori.
¿Por qué la violencia? Porque me parece que esta nos permite vislumbrar el cruce entre la clínica y el contexto social, podríamos decir: entre lo patológico y lo excluido.
Si ubicamos como punto de partida a la pulsión en el psicoanálisis, podemos destacar el rol del medio social como el lugar del límite a su empuje. Freud lo reconoce al pensar en la renuncia pulsional propia del ingreso de un individuo a la cultura.
“los límites sus acciones desenfrenadas aparecen puestos por la normativas sociales”.
Ahora bien, Freud no nos habla de violencia, ni de pulsión violenta, sino que de pulsión agresiva. Reconoce cierto impulso, dadas ciertas circunstancias, a ser agresivo con el otro. No obstante la violencia parece correr por otro camino.
“el movimiento violento es introducido en el orden de las cosas, en lo natural. El movimiento violento atenta contra la legislación natural. Lo violento es del orden de lo social, o lo social le atribuye un sentido. (…) La violencia es la interpretación de un hecho”.
Entonces “la violencia no necesariamente tiene nada que ver con las manifestaciones de la agresividad”.
Foladori ubica la violencia en la relación de poder entre dos individuos, particularmente en la acción de aquel que se encuentra por sobre el otro. Esto dice relación con lo anterior, la violencia tiene que ver con las posibilidades de interpretación que se otorgan a ciertas conductas. Pensando que quién interpreta primero son los padres, aquellos que hacen ingresar al otro en la cultura.
“violencia es casualmente el acto mediante el cual los miembros han renunciado a su poder, inherente a ellos como seres humanos. Por tanto, el poder no es más que la apropiación (por vías mas o menos explícitas y/o tácitas) del poder de base. Por ello, la violencia está en el mismo acto de fundación de la institución”.
Es aquí donde entramos nosotros como psicólogos y psicólogas. Efectivamente nosotros construimos lazos más o menos asimétricos, con sujetos que vienen a presentar un malestar y esperan una interpretación. Reconocer que en ese movimiento se reproducen todos los límites propios del ingreso de un individuo a la cultura es, en mi opinión, fundamental para desde ahí ubicar el potencial nocivo que tiene nuestro oficio.
Digo nocivo para darle un lugar ahí a la violencia. En otras palabras, es fácil reproducir desde la clínica aquello frente a lo cual el sujeto ya fue violentado. Más aún, en la clínica del trauma se vislumbra cómo algo de eso busca ser repetido. Ahora bien, es desde ahí que es posible también reconocer el lugar de lazo que ofrece la clínica, un lazo que pone en primer lugar la escucha. Es desde la escucha que es posible reconocer al sujeto en su lugar no solo de víctima o de responsable, sino que como un sujeto que ha vivido quiebres. Y mientras se sostiene esa escucha es posible ubicar la construcción de nuevos lazos.
Traje como ejemplo un caso, que no atendí yo pero que acogió la agrupación en la que me desempeño:
Se trata de un Cabildo formado en Octubre del año pasado en una de las comunas de Santiago. Este cabildo ubica un punto de partida en reconocer la distancia de la realidad con las interpretaciones que el gobierno daba a los hechos ocurridos durante este periodo. De esta forma emergen como una agrupación de resistencia, no de primera línea ni de activismo político a la forma clásica del concepto. Sino que se ubican como resistencia en tanto buscan otras interpretaciones a lo ocurrido, dejan que circule la palabra entre ellos y forman lazos desde ese lugar.
Nosotros como grupo clínico no supimos de este cabildo hasta hace algunos meses. Supimos que se reunían como una forma de apoyo y resolución conjunta de los problemas del sector y como solución frente a la violencia política del momento, no obstante nos contactan debido a que este cabildo, se encuentra en problemas, se puede decir, ya no funcionaba como funcionaba antes.
Ahora, con la cuarentena ha mermado la participación, pero más que nada se preocupan por la “salud mental” del grupo ya que algunos integrantes murieron por culpa de la enfermedad, y otros no toleraban el encierro.
Proponemos una intervención grupal de acompañamiento. Más que el trabajo con un grupo psicoterapéutico donde la reunión se produce porque “todos son pacientes” y la mayoría de las veces “todo padecen lo mismo”. Acá la reunión se producía por un encuentro desde “lo político”.
La intervención permite que circule la palabra, no solo sobre posibles formas de afrontamiento a la cuarentena, sino que sobre el funcionamiento del grupo frente a los quehaceres del cabildo. Se producen puntos de reunión y distancias respecto a la pandemia. Pero más que nada se ubican distintas posiciones que permiten a algunos de ellos pedir ayuda psicoterapéutica individual, a otros a quejarse por la falta de implicación del resto, y por último a una integrante en particular, a reconocer su propia diferencia. Participar del grupo pero ser distinta, me parece que esto tiene que ver con las posibilidades de formación de un lazo político en la clínica.
Esto nos abre la pregunta por ¿qué es una institución clínica? ¿Cuál es el lugar de la neutralidad analítica? ¿Cuál es la función de la psicoterapia? ¿Cómo se aborda la contingencia en sesión?
Cristóbal es miembro fundador de Centro Hilar. Su clínica se enfoca en posibilitar la escucha y trabajar enfocados en el malestar del paciente.